viernes, 24 de junio de 2011

Ballerinas

Yo odio a las bailarinas…
Etéreas y absolutas
Ínfimas e infinitas
Desgraciadas , ingrávidas
Putas
Caminan con la belleza a cuestas y le hacen el amor al viento cuando bailan.
Se elevan en gracia y se estampan en el lienzo de Degas.
No tienen vergüenza en los músculos y no tienen grasa en la panza.
Y unas hasta cantan.
Pero que creen niñas infames, en los nidos de mis letras no caben sus saltos y piruetas
No hay un rinconcito donde fumar y nadie les va a dar rosas al final.
Aquí yo gano
Si quiero, bailo.

La torre, la maga 1

Anido en mi misma y mi cansancio
En mi flacidez y mis parpados cerrados
Mi calor y mi reflujo
Anido a falta de una comunidad que me anide
Por que no hay brazos que se ciernan sobre mi melancolía
Anido en mi misma y me refugio de los avatares del destino cotidiano
Me resguardo de las tormentas que se me antojan demasiado desnudas
Incomodas, burdas
Aquí no entran tempestades ajenas, pero me encierro con las mias
Mis manias, mis miedos, mis romances
Mio todo mio, tan irremediablemente mio
Tan robado
Alo mejor esto ya lo escribió Benedetti…

La guerra de tus mundos

Tengo que confesarte
Que si mañana estallara la guerra de los mundos
Echaría mano de la memoria y el último beso que nos concedimos
Escogería mis tres versiones favoritas de ti y me las llevaría al sótano
Si mañana Orson Wells le da rienda suelta a mi paranoia
Tendrás que perdonarme que me lleve tu recuerdo al refugio antibombas

jueves, 2 de septiembre de 2010

Sarajevo, la fuga


Se desentendió de su cuerpo, esa misma noche dedico cada claro de luna a extirpar su pelaje, arañar trozo a trozo su negra cabellera. Hasta la última herida ya estaba bien seca y fauces y colmillos habían agotado ya todo rastro de sudor y arena.

Las llagas ya habían cerrado. Tenían piedras, ni enormes, ni pequeñas, atrapadas dentro de ella cicatrizada a la tierra. Eran un peso mínimo de mas atascados, entre tejido y tejido y tejido, piedras como las pelotas negras azabache de sus ojos. Las llagas estaban llenas, pero estaban finalmente dispuestas.

Llevaba poco más de un mes rondando con sigilo las inmediaciones de su cerco. Con cautela espantosa hacia guardias constantes al son de la madrugada. Histéricamente obstinada en rehuirle al sol, a ese sol disimulado que la verdadera guerra dejaba a su paso.

Un sol jodido, ensombrecido de humos y columnas de gas que amenazaban con forjar el sostén de una nueva ciudad. De día todo era negro, ardiente, de noche rojo y repentino, cenicero.

Dormitaba amurallada en su prisión desde la penumbra segura de su cerco. Se derrumbaba en la tierra húmeda de las jaulas, cada día imaginaba nuevas celdas, muros de hormigón, cemento y pensamiento.

Durante sus rondas llego a notar los disparos que azotaban ferros con cruel finura inyectados del otro lado de cada espacio, cada muro; penetrando casi por equivocación lo dicho impenetrable.

Y ella lo sabía: el asedio había acabado, no se puede vivir de dolor por burdo que sea este. Era tiempo de abandonar aquella tierra de paredes, tierra abstraída, substraída del tiempo.

Las últimas horas, y casi por juego, las paso pisoteando, inventando nuevos apandos al ritmo de su trotar fatídico. Las huellas de aquella loba se inventaban murallas en las celdas de las murallas, de las celdas de las murallas. Arquitecta precoz y grotesca de su íntimo laberinto, así debería ser.

Había perdido noción de sí misma, imposible saber si le perseguían el rastro; su olor impregnaba el mundo, desde las balas deglutidas hasta las piedras calcinadas entre la piel.

Aquella noche de luna intermitente se dio a la fuga de sí misma. Sin un vistazo nostálgico, anocheciendo se dirigió ya sin consideraciones hacia su escapada. El agujero la esperaba atroz y listo, tendiéndole la trampa que ella habría de tomar.

Se lanzo en una carrera patética hacia donde imaginaba debería estar el horizonte. Y la loba se mancho de lluvia, de pólvora, sangre apenas, y un olor a libertad y vértigo, olores a suelo mojado y vivo.

Y aullo, aullo a la luna intermitente y menguante, porque aquel era su instinto, esa era su voz.

Y se alejo en la negrura interrumpida, buscando su nombre, guiando, quizás cazando su soledad.

Loba tonta que no vez que te van a matar?

sábado, 28 de agosto de 2010

Sarajevo la loba

La foto no es mia, el orginal esta aqui --> http://www.flickr.com/photos/8078381@N03/3490767129/



Como odiaba aquella loba las casas en sitio, como Sarajevo. Todo empezaba ahí. Pero las casas en sitio eran distintas a las ciudades, era un sitio de silencios; no olía a pólvora y cristales rotos, ni lluvia, ni sangre, ni siquiera olía a algo en específico. Solo a quedos murmullos a la expectativa de una catarsis que los despertara, entonces estaba ella de incognito en su propia casa.

La loba lamia sus heridas aun, ya no lo sentía, solo lo hacía. Aveces por puro gusto daba un par de lengüetazos donde sabia que el sabor a su sangre le ganaba al de la arena. Porque era eso, la arena, la arena la sofocaba, impregnada entre su negro pelo y su piel ardida, se aferraba a cada fibra de su cuerpo sin darle ni tiempo, ni tregua. Era un olor a mar que la aturdía, pero era un mar añejo y terco, sobre el que se zambullían peces a medio morir, o más bien medio vivir.

Trotaba a paso lento por entre los confines de su cerco, no era rumbo lo que le faltaba sino brío. Y repetía los círculos como en espiral, encerrándose cada vez más, como un sistema de túneles y muros secos. Moría de sed y moría de silencio.

El fragor de su garganta se había apagado a ritmo suave y sincero, sin dramatismos de por medio. Ya no era más que un gemido lo que su canto a la luna podía producir. Su trotar era cada vez más indiferente, no había una agonía tras cada paso, sin embargo no había ni razón, ni despedida para darlos.

Hace unos días se había topado con un agujero considerable en su cerco, como una falla en los muros, como un error improbable en su sitio, tan militar. Salida, y sus orejas raídas se habían parado y su olfato se había atrevido a oler, y sus pies a correr. En efecto sus enormes ojos oscuros discurrieron entre el paisaje antiguo, de esa guerra fresca y olor a lluvia y pólvora que anunciaban tempestad, maravilla de explosión.

Había correteado unos pasos bravos por entre tanto escombro, pero al sexto paso un disparo en la niebla la tumbo de lleno. Su sangre se lleno de sangre, y su boca de atormentados gemidos insulsos. Y entonces le vio, le vio de cerca y luego más. Le vio a los ojos, a los ojos pares y negros que la habían tumbado al vuelo. Y no le reconoció, no le reconoció la rabia pura en la mirada, ni la dulzura siniestra. Se presento aullando ante el monstruo horrible e incierto que la había herido primero. Y cada mirada fue un disparo en seco, y cada respiro le dio la razón a la retirada.

Primero aulló, aulló fuerte evidenciando todo su dolor, un grito de horror e histeria cruzaron su mirada en un segundo y sus garras y patas deshilachadas condujeron un baile macabro de retirada clara y doliente.

Y huyo, de vuelta a los confines de su cerco, a sus ruinas a lamerse las heridas, y mearse en las esquinas; segura ahora de que el monstruo y su olvido eran el mismo. Y el recuerdo del calor en sus fauces ya no era más que otra herida que lamer.
Pobre loba herida le roban la piel…

sábado, 21 de agosto de 2010

Lectura a cuatro ojos


Desnuda al suelo se sienta contra la pared de asbestos

Parpadeos

Y la ven desnudándola un poquito mas

Que sed…

Parpadeos

Y la quieren como niña para que se crea mujer

Que miedo…

Se toma de las piernas y se aferra a si misma

Un guiño

Se la devora a un trago

La quiere de noche…

Una lagrima

Sincera y triste desbordando presas de la paciencia

Le duele, lo quiere y se toca

Más parpadeos

Un iris líquido se quema en deseo

Lo nuevo…

Una pupila suplica en silencio,

un viejo sueño

Se siente tan, tan sola.

Lagrimas de despedida

Pero no hay reclamo, ODIAME!

Guiños verdes se desenredan entre sus muslos

Enjaulada al vuelo en un sueño de libertad

Dilatación

Como un frenesí histérico de éxtasis y pasión

Que hambre le tiene

Dilatación

De cariños pero que cobran mis culpas, cariño

Demasiados te quiero marchitos.

Entonces se levanta

Y por fin

Abre los ojos




Este es de hace un par de meses, quizas mas, de abril creo. Realmente lo pienso para una pequeña puesta en escena, asi que quizas no se lea muy bien.

viernes, 20 de agosto de 2010

Por que te quiero en 65 palabras


Por que la mera concepcion de que alguien como tu pueda existir, me emociona, me parece jodidamente maravillosa. Por que me gustas hasta como idea, como abstraccion. Por que tu figura, la silueta de tu cuerpo, pero mas que eso, de tu persona, encaja en mi idea de vida y de mundo. Por que te quiero en 65 palabras? Por que quiero decirte que te amo



Bueno esta merece una ligera explicacion, esto es algo que hace no mucho le dije a alguien y aunque la situacion sencillamente no funciono. Me fascina mi capacidad de amar, me enamora mi forma de entregarme y de querer, me enamoro de mi amor. Por eso lo incluyo, ademas de que no es muy personal en cierto sentido. Y que increible es poder decir por que quieres a alguien en 65 palabras y no arrepentirte ni por un segundo.


la foto no es mia, es de flickr